Tabla de contenidos

Introducción

Como ya habrás visto a estas alturas, en Alimentación Aliada, el cambio de alimentación que buscamos promover y que queremos que alcances, es aquel que te lleve a cambiar tus hábitos de alimentación de manera permanente. Quizás te preguntes cómo crear hábitos duraderos.

¿Cómo no caer en la clásica “dieta” restrictiva de corta duración en la que no se realizan cambios de raíz?

En el artículo de hoy vamos a intentar resumir qué no hacer y qué sí hacer para lograr crear esos hábitos sostenibles. Al fin y al cabo, el cambio consiste no solo en bajar de peso, sino en cuidarte. Y cuidarse solo durante un periodo determinado resulta algo contradictorio, ¿no?

Qué evitar

Como ya vimos en el primer artículo de Alimentación Aliada, para crear nuevos hábitos, conviene desterrar el clásico concepto de dieta restrictiva. Si entendemos dieta como una manera de comer restrictiva que llevaremos a cabo durante un tiempo determinado, ya estamos contradiciendo el concepto de hábitos.

Un hábito es, según la Real Academia de la Lengua Española, el modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes u originado por tendencias instintivas.

La dieta se compone por lo tanto de una serie de hábitos, es decir acciones que repites de manera instintiva. Por lo tanto, tu dieta es tu manera de alimentarte de manera habitual. Forma parte de ti, de tu estilo de vida.

Se trata por lo tanto de que logres comer de manera saludable con conciencia. La flexibilidad la eliges tú, no la dieta de turno que te deja “saltarte la dieta” unos días determinados.

Tu nueva dieta (entendida como un conjunto de hábitos de alimentación saludable) no limita tu vida, sino que va con tu forma de vivir.

Por lo tanto, huye de las dietas restrictivas, de aquellas formas de comer que te limitan y te generen más angustia y estrés.

Según varios estudios, uno de ellos llevado a cabo por la Universidad estadounidense UCLA, el 95% de las dietas fracasan porque no permiten mantener un peso saludable a largo plazo.

Piensa en cuántas dietas has hecho ya. ¿Cuántas de ellas te ha funcionado a largo plazo? Si la respuesta es ninguna, ¿por qué no probar otro enfoque?

Si sigues caminando por la parte más tortuosa del camino y sigues tropezando siempre con la misma piedra, ¿por qué no intentas tomar perspectiva y ver por qué otra parte del camino puedes avanzar?

¿Qué puedes hacer para que el cambio sí sea sostenible?

Qué fomentar

Una vez visto qué es lo que nos aleja de crear hábitos sostenibles en el tiempo, vamos a ver qué es lo que nos ayuda a lograrlo.

Adaptado a ti

Como hemos visto, lo que queremos lograr por lo tanto es integrar una manera de comer saludable a tu estilo de vida. Como vimos en este artículo, no existe una dieta ideal. Diseña tu propia dieta, aquella que se adapte a ti, a tus necesidades y a tus gustos.

Si sabes que en una alimentación saludable las verduras juegan un papel importante, no te empeñes en comer aquellas verduras que no te gustan. Elige aquellas que sí te gustan. Del mismo modo, opta por métodos de cocción y aderezos saludables que te gusten.

¿Más verdura, más proteína o más carbohidratos que provengan de cereales integrales? Como todo en esta vida, yo te recomiendo un equilibrio, pero el balance final lo eliges tú. Conforma tu dieta en función de tu objetivo.

De manera general, la recomendación es consumir alimentos de calidad. Dicho de otro modo, intenta consumir alimentos cuya forma sea la más cercana posible a la que la naturaleza les ha dado, es decir lo menos procesados posible. Si te interesa repasarlo, pásate por este artículo.

¿No te gusta cocinar o prefieres dedicar el poco tiempo libre que tienes a otras actividades? Opta por preparaciones sencillas o por recurrir a restaurantes de comida saludable que entreguen a domicilio (artículo con algunas opciones próximamente).

Evidentemente, puedes recurrir a un profesional que te ayude a crearla.

Progresividad

Este es un punto importante. Como ya habrás notado, rara vez me gusta dictar qué hacer o cómo hacer las cosas. Me gusta dar recomendaciones en base a mi propia experiencia y a mi formación en coaching y nutrición.

Sin embargo, en este caso, sí te digo que aquí expongo una idea que es realmente cómo yo llevaría a cabo el cambio si fuese tú.

¿Los hábitos que tienes ahora no son en absoluto saludables? Es más, ¿la relación que tienes con la comida es mala y te angustia a diario como me pasaba a mí? En este caso, mi recomendación es que vayas cambiando a hábitos saludables de manera paulatina.

En mi opinión, en base a mi experiencia y a mi formación en cambio de hábitos, un cambio brusco a gran escala sin una previa “preparación psicológica” o “despedida” de los viejos hábitos puede llevarte a recaer en ellos o a angustiarte en el proceso.

Si lo único que quieres es mejorar algunos aspectos “relativamente pequeños” de tus hábitos actuales, quizás esto no aplique tanto en tu caso.

Sin embargo, si sufres de adicción al azúcar, si comer es una lucha diaria para ti, si sufres de hambre emocional por problemas personales o a causa de situaciones concretas, te recomiendo ir paso a paso.

No por ir paso a paso vas a tardar necesariamente más. Si lo haces de golpe, como te decía, quizás te genere angustia y vuelvas al punto de partida. Tampoco pasaría nada, pero yendo paso a paso sufrirás menos y aprenderás más. Al fin y al cabo, la vida es aprendizaje, ¿no?

Añade un hábito nuevo y elimina uno de los antiguos. Y así, sucesivamente, ve progresando.

Con esto no me refiero estrictamente a los alimentos. Evidentemente son una parte esencial del proceso y del resultado final, pero a veces es útil empezar por otros aspectos no menos importantes, sobre todo si la relación con la comida no es la mejor.

Por ejemplo, puedes empezar por intentar comer de manera más relajada. Esto ayuda a calmar la ansiedad por comer más tarde y a sentirte más satisfech@ después de comer.

También puedes empezar por simplemente dejar de comprar algunos de los alimentos ultra procesados que sueles tener en casa. Si sueles comprar 6 a la semana, intenta comprar 5 o 4 y ver cómo pasas una semana sin ellos. Te sorprenderá cómo te puedes adaptar y te darás cuenta que no los necesitas.

La comida no te controla a ti. Tú la controlas a ella.

Recuerda encontrar un momento para diseñas un plan de acción en el que establecer estos pequeños pasos paulatinos que te enseñarán a comer y lograr tu objetivo. Como vimos en este artículo, aunque no lo parezca, una acción de 5 minutos puede acercarte a tu objetivo más de lo que piensas.

Estar conectad@

Recuérdate continuamente por qué quieres cambiar, en qué te va a beneficiar. Verte bien, sentirte bien, ganar salud, ganar energía, comer con tranquilidad (incluso cuando tú y solo tú decidas conscientemente no comer saludable puntualmente).

Sea cuál sea el motivo, si es tuyo y estás conectad@ con él, es bueno.

Cuando conectes plenamente contig@ mism@, con tus necesidades y vayas diseñando poco a poco tu nueva dieta y tus nuevos hábitos adaptados a ti, haciéndolo paso a paso, estarás conectad@ con tu proceso de cambio.

Esto te ayudará a tomar decisiones de todo tipo en cuanto a tus nuevos hábitos de alimentación: desde qué alimentos comprar, dónde comprarlos, cómo cocinarlos hasta como repartir las comidas a lo largo del día y de la semana, entre otros.

También te ayudará a sentirte saciad@ por estar conectad@ contigo mism@, a saber cuándo de verdad tienes hambre y cuándo no, a decidir si comer o no ese snack o plato menos saludable. Y si decides comerlo, que sea desde la conciencia, no por impulso o porque “lo necesites”.

En definitiva, el conectar tu objetivo y todo tu proceso de cambio contig@ mism@ te ayudará a comer con conciencia y llevar una buena relación con la comida.

Conclusión

Para generar hábitos sostenibles en el tiempo, mantén a raya todos aquellos patrones de conducta para con la comida que te generen ansiedad y sentimiento de culpa, como las clásicas dietas restrictivas. Cambia tu enfoque hacia la comida y la manera de verla para cambiar la relación con ella.

Fomenta una nueva dieta (entendida como conjunto de hábitos alimenticios) que se adapte a ti, no al revés. Los hábitos sostenibles con los que se complementan contigo, los que “salen” de manera inconsciente porque forman parte de ti.

El comer y alimentarte no tiene que suponer un sufrimiento ni un sacrificio, ni siquiera cuando lo hagas de manera saludable y equilibrada. Al contrario, tiene que ser algo que disfrutes, algo que hagas porque quieres, porque te quieres.

Como recomendación, implementa estos cambios de manera paulatina. Así podrás ir aprendiendo e ir avanzando poco a poco, desde una mayor tranquilidad. Además, en crecimiento personal, todo lo que nos ocurre nos aporta un aprendizaje. Los hábitos no saludables que quieres cambiar también.

Tómate un tiempo para darles las gracias por ese aprendizaje y dejarlos marchar. Al fin y al cabo, aunque pueda no parecerlo, han estado contigo para, su manera, ayudarte. Puede que te hayan servido para no gestionar algo que te hace daño o para llenar un vacío emocional, …

Para terminar, como ya hemos mencionado en otros artículos, a veces, dar el primer paso cuesta por estar acostumbrados a lo que ya conocemos, aunque no lo queramos. Da ese primer paso sin buscar la perfección.

Un paso, por pequeño que sea, siempre te acercará a la meta. Siempre te aportará un resultado y, por lo tanto, un aprendizaje. Una vez dado el primer paso, te resultará más fácil dar otro y seguir progresando.

Y por último, recuerda felicitarte por cada pequeño avance que logres y disfrutarlo 😊

A por esos hábitos sostenibles. ¡Adelante!

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 1 Promedio: 5)

Pin It on Pinterest

Share This